Como todos hemos padecido alguna vez, nuestra actividad surfera depende de los ELEMENTOS.
Imagino que todo el mundo conoce los elementos que nos rodean en la naturaleza, a los que nosotros particularmente tenemos que añadir otros de índole humana que pululan por diversos lugares de nuestra costa.
En primer lugar nos pasamos media vida pendiente de los ELEMENTOS climáticos, a través de las innumerables páginas web dedicadas al efecto, a través de los partes de la tele o por inspiración propia como antiguamente antes de que Internet nos facilitara el trabajo.
Ponemos en marcha toda la maquinaria, se organiza el trabajo, los niños y con algunas broncas de última hora con la mujer se sale a la desesperada como si fuera el último día de olas de la tierra.
Una vez en el sitio, con las olas perfectas y cuando todo parece encaminarse a una buena y anhelada sesión, entra en acción el último de los ELEMENTOS, el que no controlamos.
No tiene cámara web, no aparece en ningún telediario, en ninguna dirección de Internet, y con el que ,ni por asomo, contábamos: el dueño y señor de cada playa de este mundo, "EL ELEMENTO".
Aunque parezca mentira, cada playa tiene su titulado en este difícil arte de la hospitalidad y la educación. Algunas de las más famosas, incluso hacen escuela de ello y se vanaglorian de tener esta fama en las guías de surf de nuestro país.
En pleno siglo 21, cuando en cada una de las playas conviven una o varias escuelas de surf, que anuncian a bombo y platillo las grandezas de sus olas para atraer a nuevos aficionados, todavía se permite circular a ciertos ELEMENTOS que pretenden monopolizar los baños y las estancias en las playa del resto de los mortales.
Las normas de urbanidad y educación que nos distinguen del resto de la naturaleza, parecen no solo olvidarse, sino,ni siquiera, haberlas conocido en la vida.
Para los que no conocen otra época, les parecerá normal que en cada playa donde vayas tengas la posibilidad de cruzarte con el ELEMENTO de turno y agriar el baño, pero para algunos que conocimos algo más,no deja de indignarnos.
No hace muchos años cruzarse con alguien en la playa para hacer surf, era motivo, como mínimo, de saludo, de cambio de impresiones, e incluso quedar para entrar juntos al baño.
Entiendo que la masificación propicia los desencuentros, pero también entiendo que con un mínimo de educación, conocimiento de las normas, y lo más importante, condescendencia por parte de los que más saben con los que se inician, todo seria distinto.
Además se incurre en una actitud completamente contraria al espíritu de este deporte: la búsqueda interminable de la ola perfecta, que implica participar precisamente del carácter viajero de esta afición.
El único consuelo que queda es que a todo ELEMENTO le llega su San Martín y como es inevitable en cualquier otro lugar coincidirá con el ELEMENTO de la playa visitada y no tendrá más remedio que probar el desagradable sabor de su propia medicina.
Como conclusión, lo único que se me ocurre es llamar la atención para que se vuelva al espíritu original, y que no se nos olvide que entramos al agua a divertirnos, hacer deporte y participar de esos ratos entre amigos y en la naturaleza.
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1 comentario:
sabias palabras, nunca están de mas...
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