domingo, 3 de junio de 2007

MOMENTOS RETRO I

...Menudo regalito. Dos hermosas tablas de la época que rápidamente fueron bautizadas.

La complejidad de la operación en el agua era sobre humana.

Salíamos extenuados y nos sentamos derrotados en la arena.

Intentamos nadar sobre ellas y parecían caballos salvajes, no os cuento cuando intentábamos ponernos en posición erguida y la tabla se volvía a la orilla.


Un alma caritativa que paseaba por la playa, y estamos hablando de la playa de Matalascañas a finales de los setenta, nos comentó que recuerda haber visto a gente con tablas en uno de sus viajes al norte y que les restregaban una cera por la tabla que le llamaban "parafina".

Nuestra sorpresa fue lógica, " Claro!!!, por eso no nos salía!!!".

Además nos aclaró para que servía el puentecito de resina con un pequeño agujero que tenía la tabla en su parte trasera.

La cosa era fácil, para la trasera, cuerda de tendedero y para encontrar parafina, solo teníamos que preguntar. Rápidamente obtuvimos respuesta, y savia, por cierto, viniendo de una persona mayor y del país vasco como mi abuela: "Parafina?, claro, en la farmacia venden botes de varios tamaños". Con el nerviosismo que requiere la ocasión, esperamos impacientes a la hora de apertura de la farmacia, por la tarde, y compramos el bote más grande que tenían de " aceite de parafina". Una vez bien impregnada la superficie de la tabla, y viendo que aquello parecía todavía más escurridizo, aplicamos de nuevo los lógicos comentarios: "...no, yo creo que esto cuando seque..." "...puede ser que al contacto con el agua...", en fin, el resultado os lo podéis imaginar.



El siguiente paso fue amarrarse la cuerda de plástico verde, que solía utilizarse para tender la ropa, al tobillo. En el primer tirón la cuerda hizo simbiosis con la carne del tobillo y por poco me gangrena el pié.

Aún así con mucho empeño logramos mantenernos semi erguidos, agarrándonos con uñas y dientes.


Una vez realizado el primer contacto, con verdadera proyección, en las espumas del golfo de Cadiz en pleno verano, decidimos que podíamos realizar nuestro primer surfari al mar Cantábrico donde sabíamos a ciencia cierta que existían las olas.
Nuestra primera parada fue en San Sebastian...



















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